Una línea ferroviaria en declive desde los años 70
En 40 años, el tren Puigcerdà-Barcelona ha protagonizado numerosos titulares, desde noticias positivas hasta controversias en la prensa. Entorno a él se podría decir una gran variedad de adjetivos, entre los que, seguramente, predominarían los descalificativos. La verdad es que el ferrocarril de la Cerdaña ha ido mal desde hace muchos años y, en ocasiones, se ha acentuado los problemas. El desmejoramiento progresivo de la línea era un hecho constatado ya en los años 70. Problemas con catenaria, deslizamientos y daños en trenes causaron incertidumbre, se sabía cuándo salía el tren, pero no cuándo llegaba.
En este triste marco, en 1978 surgieron los primeros y ligeros comentarios de un posible cierre de la línea. Sería sin embargo, a partir de 1983 cuando los hechos se acelerarían. En agosto de ese año, los pasajeros de esta línea hacían una sentada en la vía para denunciar su mal estado y del servicio Renfe. Acusaron la empresa de practicar una marginación de la línea. Después de varios contratiempos, entre ellos un descarrilamiento grave en marzo de 1983, volvían a producirse comentarios de su cierre aduciendo su falta de rentabilidad. La prensa aumentó la tensión, llevando a políticos locales a considerar revisar el Tratado de los Pirineos si Madrid cerraba la línea ferroviaria. Tras el golpe de efecto, las llamadas de autoridades y medios se intensificaron, convirtiéndose en un aluvión constante por días.
Por su parte, el Consejo de Europa se manifestaba a favor del mantenimiento de la línea. El Ayuntamiento de Puigcerdà y entidades aldeanas lanzaron una campaña enviando postales cerdanas al presidente del Gobierno Español. Se compraron todas las postales que se encontraron y se hicieron imprimir al borde 9.000 con el sencillo texto: «Queremos nuestro tren! Queremos Nuestro tren! «. La campaña, como si de una recogida de firmas se tratara, fue un éxito total. Había apoyo de toda la Cerdanya, ambos lados fronterizos, Barcelona, otras partes de Cataluña y diversas comunidades autónomas españolas. La campaña hizo su efecto, porque desde Presidencia fueron contestadas algunas, aunque no todas.
A pesar de estos obstáculos … se pudo celebrar el 75º aniversario de la llegada del tren a Puigcerdà, en medio de una jornada festíva con un tren especial desde Ripoll, una representación alegórica en el tren a cargo del Grupo de Teatro de la Villa, una exposición sobre su historia organizada por el Archivo Comarcal. En este mismo marco, Pere Macias, anunció que la línea debería ser transferida a la Generalitat una vez arreglada.
Problemas en la línea Barcelona-Puigcerdà afectaron la Toulouse-La Tor de Carol, crucial por ser un nexo interestatal. La SNCF mantuvo su línea en mejor estado, ofreciendo en la estación ceretana servicios para gestionar viajes y estancias en la ciudad deseada. Muchos cerdanos viajan a París o a otras ciudades europeas para estancias cortas de dos o tres días.
El tercer tren que llega a la Cerdaña, el Tren Amarillo, ha sufrido tantos o más problemas de mantenimiento que el tren Puigcerdá a Barcelona. En esta línea no sólo se han cerrado muchas estaciones, sino que, además, le fue de poco ser suprimida, en alegar allí la poquísima rentabilidad económica. De hecho, las características del tren, por otra montaña y con un equipo antiquísimo, le infieren hoy en día un servicio social relativo y su aparente salvación pasó por darle un carácter eminentemente turístico, con un fuerte empuje publicitario (desde la edición de libros sobre su historia fina a la de trípticos dónde se explica la oferta cultural y paisajística de los pueblos por donde pasa). Puedes consultar los precios y horarios haz clic aquí. En otra ocasión hablaremos de la historia del Tren Amarillo.